El pasado 9 de febrero, en el salón de actos del Colegio Mayor Belagua, tuvo lugar la mesa redonda «El Quijote y la misericordia», una actividad que se enmarca en otras que irán teniendo lugar con motivo del Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco. La mesa redonda, organizada por el Colegio Mayor Belagua, con la colaboración del Grupo de Investigación en el Siglo de Oro (GRISO), contó con la presencia del escritor y articulista Juan Manuel de Prada; Gonzalo Santonja, Director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, e Ignacio Arellano, Director del GRISO. Por su parte, el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, Pablo Pérez López, moderó el encuentro.
El primero en intervenir fue el profesor Arellano, quien analizó los distintos pasajes de la obra de Cervantes en los se aborda la misericordia, que aparece en la novela en varios episodios (el pasaje de Andresillo, liberación de los galeotes, Sancho y el morisco Ricote, etc.). Para Arellano, la buena muerte de Alonso Quijano pone de manifiesto la misericordia de Cervantes con su personaje, al que no lo redime devolviéndole la cordura y permitiéndole una muerte cristiana.
Por su parte, el profesor Santonja, destacó cómo Cervantes escribe historias llenas de vida con personajes que surgen desde el pálpito vivo de sus respectivas historias. Destacó que la primera misericordia de Cervantes es “hacer personajes de verdad, no de cartón”.
El último en intervenir antes del coloquio fue Juan Manuel de Prada quien disertó sobre la misericordia en el Quijote partiendo de tres episodios concretos: el de la pastora Marcela, el de la liberación de los galeotes y los consejos de don Quijote a Sancho Panza antes de ir a gobernar la ínsula Barataria. Según Prada, “nadie podrá dudar (y aquí se prueba su estatuto de escritor superior) que Cervantes gusta de mirar con caridad a los “humillados y ofendidos”, a quienes han sido despreciados y vapuleados, arrancados de su centro y arrojados a los márgenes; pero esta mirada misericordiosa nunca es delicuescente ni posturera”. Y así lo demuestra al considerar “que la misericordia sin justicia es una virtud loca que no hace sino desatar más aciagas catástrofes”.
Subrayó de Prada, que el autor del Quijote estuvo siempre dotado de una perfecta teología y un gran sentido cristiano de la vida. Además destacaba por sus dotes excepcionales para desentrañar el alma humana y la psicología del hombre.