Eran las ocho de la tarde del pasado lunes 22 de febrero cuando la música empezó a sonar en la ermita del campus de la Universidad de Navarra. Los colegios mayores de la Universidad se habían reunido para celebrar, en torno a la Madre del Amor Hermoso, los 50 años de la llegada de la imagen de la Virgen al campus y rendirle un homenaje merecidísimo por estos años de cuidado. Dentro de la ermita, las becas de los colegios mayores, que tantas veces han lucido sobre los hombros de la Virgen, estaban ahora colocadas una al lado de la otra a ambos lados de la talla. Las flores, tanto en el interior como en el exterior, lucían sus colores ante los centenares de estudiantes, profesores y vecinos de la ciudad que se habían acercado a rezar el rosario, que incluía un repertorio diverso de cantos entre misterio y misterio.
Sobre una pequeña grada, situada en el lateral, los colegiales de Belagua, varios de ellos con la beca roja sobre los hombros, comenzaron a interpretar la pieza Estrella hermosa. A la melodía de los instrumentos de cuerda, la flauta y el órgano, se unieron pronto las voces de los colegiales cantando a la Virgen. Sentados en la sillas dispuestas para tal ocasión en el pequeño enlosado alrededor de la ermita, o de pie sobre el césped y el camino colindante, todos los participantes seguían el rezo del rosario, que dirigían desde un atril, al lado de la puerta de la ermita, varios estudiantes universitarios, uno en cada misterio.
Al coro y orquesta de Belagua le sucedió el del Colegio Mayor Ayete, el Coro Rociero del Colegio Mayor Aldaz, el Coro Rociero de la Universidad de Navarra y el cantante de ópera Alfonso Echeverría. Tras el canto de la Salve Regina se recitaron las letanías y se concluyó el Agur Jesusen Ama. Fue entonces cuando se dio paso a la veneración de la talla de la Madre del Amor Hermoso por todo el que quiso acercarse al interior de la ermita para besar sus pies. En ese momento, las guitarras, palmas y pandereta empezaron a sonar al ritmo de las canciones de ronda y de las rocieras que iban interpretando de manera espontánea los allí presentes.
La imagen de la Virgen -traída desde Roma por colegiales de Belagua- fue un regalo del Fundador y primer Gran Canciller de la Universidad, san Josemaría Escrivá, «movido por su devoción a la santísima Virgen y por su cariño a la Universidad», como recuerda el antiguo rector Francisco Ponz en la publicación Scripta de Maria. «La imagen fue recibida en el Colegio Mayor Belagua donde (…) se guardó hasta su instalación en la ermita». La noche era cerrada en Pamplona cuando, en torno a las nueve, los alrededores de la ermita comenzaron a quedar despejados. Quienes volvían por la cuesta hacia los colegios mayores, o subían de regreso a la ciudad, seguían escuchando de fondo la música, que seguiría hasta unas horas más tarde. La gente se resistía a marchar y diferentes grupos fueron pasando a rondar a la Virgen durante esa noche, justo 50 años después de que la Madre del Amor Hermoso viera por primera vez el campus de la Universidad de Navarra.
Hace unas semanas publicamos un especial con motivo de estos aniversarios que estamos celebrando en torno a la Virgen del Amor Hermoso.